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Escuchaba hace algunos días a un grupo de madres de familia comentar sobre las vacaciones escolares y la forma como se iban a recuperar las “clases perdidas”. Una de ellas, comentaba que con su hijo no tenía problema porque en su colegio “privado” tenían “aula virtual” y que con frecuencia tenía que cumplir con entregar tareas a través de este medio.
Como se sabe, el Ministerio de Educación suspendió las actividades escolares en las instituciones educativas públicas y privadas de educación básica, hasta el 9 de agosto, por el aumento en la incidencia de la enfermedad producida por el virus de la influenza humana A/H1N1. Esto hace que se llegue a casi un mes de suspensión, recordemos que hay colegios privados que iniciaron la suspensión el 10 de julio y otros el 13 de julio.

Por esta razón, algunos colegios privados están viendo diferentes posibilidades para tratar de reforzar los conocimientos antes de reiniciar las clases. Algunos hacen uso de los medios electrónicos y otros están haciendo llegar a domicilio material de apoyo para que los estudiantes puedan prepararse para una mejor incorporación al ritmo de trabajo habitual de estas instituciones. Es una buena iniciativa, pero podría explotarse la tecnología y ahorrar tiempo y costos de envío.
Es necesario destacar la voluntad de los docentes de continuar sus labores y seguir apoyando al estudiante, pero ¿Cuántos colegios cuentan con infraestructura para brindar este servicio?, ¿Cuántos docentes, sobre todo de instituciones educativas públicas, aún teniendo la firme voluntad, no pueden pensar siquiera en aplicar esta alternativa tecnológica? Y por el lado del estudiante ¿Cuántos de ellos, tienen acceso a internet o por lo menos conocen una cuenta de correo electrónico? Y aún existen profesores que ni se les ocurre, y otros ni conocen el correo electrónico, más aún temas de plataformas educativas, web 2.0, etc. En parte, porque no le ven la necesidad, ni es posible comunicarse con sus estudiantes.
Hay un grave problema de comunicación a este nivel. Casi ningún colegio explota la tecnología, como lo hacen en gran parte las universidades locales.
Según los datos del último Censo Nacional ejecutado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI, en el año 2007, en nuestro departamento sólo el 12,3% de los hogares poseen computadora (15% en el área urbana y 0,34% en el rural) y el 5,2% del total de hogares poseen servicio de conexión a internet (6,4% en el área urbana y 0.1% en el rural).
Esto nos coloca en el sexto lugar a nivel Perú, como departamento con solo el 5,2% de hogares con conexión a internet después de Lima (14,5%), Callao (10,6%), Arequipa (6,8%), Tacna (5,9%) y La Libertad (5,7%), pero es una cifra muy por debajo de la proporción a nivel de países desarrollados.
Si bien se está avanzando, en el tema educativo, con capacitación a profesores por parte del estado y con el programa de incorporación a la ley de la carrera pública magisterial, recibido por algunos con mucha esperanza y por otros con constante crítica negativa, se debería pensar en incorporar en las aulas con mayor énfasis la tecnología que no está presente más que superficialmente y solo en algunas instituciones educativas.
Sabemos que por parte del profesor, la resistencia es una reacción predecible y humana, pero se debe encarar convencido del desafío que se plantea, para lograr incorporar tecnología que esté a nuestro alcance en las aulas lambayecanas.

La incorporación de las TICs al espacio educativo ha generado profundas transformaciones en el proceso de enseñanza tradicional. Hoy se habla mucho de campus virtuales, aulas virtuales, e-learning, el computador y los software con los cuales interactúan los actores del aula le permiten al alumno trabajar en forma autónoma, buscar información y desarrollar procesos de investigación para sistematizar la información logrando construir su propio aprendizaje, mientras los docentes se convierten en mediadores de estos procesos a través del monitoreo del trabajo y de la retroalimentación de las actividades desarrolladas con TIC.
Desde el punto de vista de la innovación educativa la integración de las Nuevas Tecnologías está generando grandes expectativas pedagógicas. Se habla de la necesidad de un nuevo perfil de profesorado.
Las funciones esenciales del profesor no deben cambiar. Sin embargo sí es preciso que que experimente un proceso de adaptación gradual y paulatino que le permita adaptar su proceso metodológico al nuevo contexto y ofrecer a sus alumnos los recursos más adecuados para desarrollar sus potencialidades individuales.